Lacárcel (1995) afirma que el bebé, desde el útero de su madre está escuchando e inmerso en la música. También expone que ciertos sonidos más graves o agudos son los que favorece el estado de tranquilidad en los/as infantes. Esto es así porque antes de recibir información visual, los fetos en el vientre son capaces de escuchar y sentir las diferentes notas musicales, al ser uno de los sentidos que se desarrollan de una manera más precoz. Además, con estos sonidos son capaces de sentirse más o menos a gusto. Los sonidos que un feto escucha vienen tanto del interior de su madre como la respiración, el sonido del pulso, entre otros, hasta los que provienen del exterior y escuchamos de manera diaria queriendo o sin querer.

Para favorecer el habla de los/as infantes de estas edades tan incipientes, es interesante el uso del babytalk y de las canciones de cuna:Desde el babytalk nos encontramos con un habla adaptada al bebé, en forma de pequeñas adaptaciones personales que se utilizan como estrategia para dirigirse al bebé. A través de la prosodia se orientan a descifrar diferentes mensajes enviados por las personas adultas. De esta manera adaptan su conducta al contexto concreto en que se encuentren. Lo realmente interesante de esto viene dado por las modulaciones de voz, que provocan una activación de la atención del infante, pudiendo así responder a este mismo estímulo desde niveles anímicos, cognitivos, físicos y emocionales. Estas experiencias que se producen de manera temprana favorecen a la sensibilización así como al desarrollo perceptivo y de las habilidades musicales.
En las canciones de cuna resulta evidente la existencia de la música. Lo interesante viene a partir de la interacción temprana que sincroniza al recién nacido con el ritmo que muestra la persona adulta a través de su lenguaje. Esto supone favorecer la predisposición para el desarrollo de las capacidades musicales. En consonancia con la modulación de la voz y las emociones que se transmiten en el canto, desde edades incipientes se reciben.
BIBLIOGRAFÍA:
Lacárcel Moreno, J. (1995). Psicología de la música y educación musical. Madrid: Visor.
Publicada por Andrea Jiménez Espinosa de los Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario